La mina La Tarasca, representa; sin lugar a dudas, la más fascinante leyenda de la historia de la minería sonorense. Ya desde finales del siglo XIX se hablaba de los prodigiosos depósitos de oro y en los archivos históricos.
Cuenta la leyenda que, alrededor de 1580, un grupo de soldados españoles, en su afán expedicionario por el noroeste del país, llegaron a Cócorit en lo que hoy es Sonora y se enfrascaron en una batalla con un grupo de indios yaquis. La derrota fue para los invasores hispanos, quienes emprendieron la huida en desbandada. Un par de soldados; que eran hermanos se desprendieron del grupo, tomando rumbo hacia el norte hasta llegar a la Sierra La Palma, al norte de Guaymas.
En su afán de evitar encontrarse con los belicosos indios seris de la región, que hacían sus correrías por los valles, siguieron su camino por entre las serranías, hasta toparse con un campamento de indios pimas; quienes eran menos agresivos que las otras tribus. Los indios los aceptaron con las reservas del caso, pero los españoles; se ganaron su confianza con el tiempo, instruyéndolos en las artes de la metalurgia, hasta entonces desconocidas por los indios. Los pimas, trabajaban una mina llamada “La Pima”, misma que los españoles conocieron, y quienes haciendo uso de sus conocimientos sobre minería, descubrieron hacia el sur, otra veta mucho mejor, “donde en cantidades inmensas, a flor de tierra, estaba el oro y la plata en estado virgen”. Los españoles habían descubierto la mina mas rica hasta entonces conocida, a la que bautizaron como “La Tarasca”.
Los españoles abandonaron el lugar, cargados con una gran cantidad de metal y prosiguieron su rumbo hacia el noroeste; rumbo al mar, en busca de sus compañeros de expedición. No lo lograron, uno de ellos murió de una mordedura de víbora de cascabel y el otro fue muerto en un ataque de los indios seris.
Julio César Montané Martí; el ilustre historiador sonorense, en su artículo sobre la minería colonial en Sonora, nos platica que, el 17 de enero de 1777, el Sargento de la Compañía Franca de Voluntarios de Cataluña Juan Pujol y Masmitja, recibió del Rey de España, una licencia para explotar una mina que descubrió; con ayuda de un indio, en el Cerro Blanco, frente a las Tetas de Cabra, al norte de Guaymas.
¿Sería esta la mina La Tarasca?
José Francisco Velasco, en su libro Noticias Estadísticas del Estado de Sonora, de 1850, menciona que “ en el Cerro Prieto, que es la sierra que se ve al oriente, camino para Guaymas, entre el rancho de La Palma de don Manuel Palacios y la Cara Pintada (un paraje desierto conocido con ese nombre) hay una mina que, según la tradición fue muy rica, llamada La Tarasca, y que pasa de cien años que se trabaja, y se abandonó por la persecución de los seris y pimas. En la misma sierra o Cerro Prieto se ven otras minas antiquísimas, cuyo conjunto formaba sin duda un mineral, del que se observan algunas señales o vestigios, como escombros de casas y graseros, a cosa de una milla del rancho de La Puente. Por la misma tradición se sabe que desde la mina Tarasca se ven los terrenos de la mina llamada Los Pimas, hacia el poniente de aquella”. Como vemos, la descripción que hace Velazco, nos da una idea clara de la historia contada anteriormente.
En el libro México y sus Progresos, editado alrededor del año 1908, se cuenta que “Del Distrito de Hermosillo, Minas Prietas es sin duda el mineral más grandioso, y así lo comprueba la alta importancia que en distintas épocas ha tenido. Su historia alcanza edades muy remotas, pues tiene contacto con las lejanas etapas virreinales, en la que señala el descubrimiento de estas soberbias riquezas. Perdidas en las medias de un misterioso pasado, se encuentra una mina maravillosa que ha llegado hasta nuestros días con el nombre de “La Tarasca”, de las épocas ancianas y añejas crónicas se dice que era buriosamente rica”.
En 1954, un indio yaqui apaciguado, llamado El Chapo Coyote, que vivía en un ejido cerca del campo Las Parvas, le confesó a Antonio López Riesgo; hermano de Alfonso, “cuando nosotros estábamos alzados íbamos a una mina cada tanto tiempo para sacar oro y comprar armas y parque A unos nos tocaba vigilar arriba de los cerros y otros bajaban para sacarlo”, la mina está en un cañón “muy fragoso”, le dijo. Al pedirle que lo llevara al lugar, el indio le contestó “no puedo hacer eso”, pero le dio las siguientes señas para que llegara solo “ve al aguaje de La Pintada y fíjate muy bien en las ramas. Vas a ver algunas que están muy trozadas aunque hayan vuelto a brotar. Es que nosotros teníamos una vereda por donde bajábamos al agua. Síguela hasta llegar a lo más alto de la sierra. Volteas al otro lado y sigues caminando tratando de mirar un cañón hondo. Ya metido en el terreno lo tienes que encontrar. Cuando así sea lo sigues, tienes que caminar rumbo al sur, como si fueras para Guaymas.
Publicado por America CF